Vivimos en la era de la conversación. Conversaciones entre personas, conversaciones entre objetos para hacernos la vida más cómoda y, en un futuro que ya está aquí, conversaciones entre personas y objetos.

Las ciudades digitales, las smart cities, han llegado de la mano del Internet de las cosas. Y han llegado para quedarse.
Pero no hay ciudades inteligentes sin ciudadanos inteligentes. Y un signo de inteligencia es ser capaz de jugar.
En Bristol, en julio de 2013, hicieron un experimento. Invitaron a la gente a hablar con los objetos de su ciudad.
Concretamente invitaron a la gente a hablar a través de mensajes de texto en el móvil con farolas, buzones, paradas de autobús, graffitis, vallas, señales de tráfico, grúas y bancos que contaban con un código de mantenimiento a la vista. Y las farolas, los buzones, las vallas y los graffitis les respondieron. Literalmente.
Durante dos meses se generó una íntima conversación entre personas y objetos que permitió a los ciudadanos ver su ciudad con los ojos de la primera vez.
12.000 mensajes del mobiliario de la ciudad: “No puedo girarme, ¿puedes decirme qué tengo detrás? (preguntado por un buzón)” “Me cuentas algún recuerdo de cuando eras niño?” (dicho por una farola).
12.000 confidencias de transeúntes: “Estás en frente de Colston Hall. Me encanta. Te lo debes pasar bien escuchando los conciertos”. “Recuerdo un día que nevaba muchísimo y fuimos a comprar en trineo”.

Aunque quizás, si tuviéramos que escoger un fragmento de conversación, el fragmento sería este:
Parada de autobús:
¿Llevas mucho tiempo esperando?
Hombre:
No llevo mucho tiempo esperando el autobús, pero me siento como si llevase toda la vida esperando a hablar con una parada de bus.
La ciudad como antídoto contra la soledad de la ciudad.
Pero, sobre todo, la ciudad como compañera de juegos.

¿Juegas?

Hello Lamp Post from PAN Studio on Vimeo.