Una marca es un elemento abstracto. No es un objeto ni una persona. Ni siquiera es la actividad comercial con la que una empresa se sustenta económicamente. Una marca es el conjunto de percepciones de un signo distintivo que tiene el objetivo de diferenciarse en el mercado.
Para reafirmar estas percepciones, las marcas disponen de distintas herramientas. Una de ellas es el storytelling. A todo el mundo le gusta que le cuenten una historia, el arte de contar historias es algo que lleva haciéndose desde que el mundo es mundo. Escuchar a tu padre contar La liebre y la tortuga es una forma de entretenerse y de aprender – o como mínimo interiorizar – que procrastinar tiene sus consecuencias.
Las marcas hacen lo mismo: comunican su mensaje a través de historias para ser escuchadas; para acercarse y conectar con el público objetivo y sobre todo, para que los usuarios puedan recordarlas.
«Las marcas comunican su mensaje a través de historias para acercarse, conectar y ser recordadas»
Sin embargo, construir un storytelling, contar una historia alrededor de tu marca, no es para nada sencillo. La historia que comunica una marca debe ser entendible. Debe tener en cuenta su contexto y su público y transformarse con ellos.
Del storytelling al storycaring
2020 trae consigo una pandemia que da la vuelta a las tendencias sociológicas y a las necesidades de nuestro público. En este contexto nace el storycaring. Un concepto que, respondiendo a su etimología, se basa en poner el cuidado del consumidor en el centro de la narrativa de las marcas.
“El storycaring se basa en poner el cuidado del consumidor en el centro de la narrativa de las marcas”
Vivimos un momento de incertidumbre, en el que nos cuestionamos el sistema que hasta ahora habíamos aceptado sin pensar. Teniendo en cuenta este paradigma, las marcas debemos hacer apología de una sociedad que tenga como pilar el caring, el cuidado por una vida más empática, respetuosa, conectada y armonizada.
¿Lo hacemos juntos?