Netflix, Yomvi, Wuaki.tv, Atresmedia, Spotify… las opciones de consumo audiovisual y musical de diversifican y no paran de crecer en el panorama de lo “legal”. ¿Vienen para quedarse?

La propiedad intelectual nos afecta de maneras diferentes y no todos tenemos los mismos motivos para participar y “desparticipar” de la misma (alias piratear).

¿Motivos por los cuáles se piratea? En la grandísima mayoría de los casos nos encontramos que es por motivos económicos, por comodidad y por inmediatez. El estudio del Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO) lo deja bien claro en su informe 2015: pirateamos porque es más fácil.

Alguien podría pensar que la solución pasa por lo típico: poner cámaras en el supermercado, colocar un par de polis en la puerta y restringir la entrada. En el caso de Internet estamos comprobando que no es muy eficaz.

Y boom, de repente aparecieron en el mercado unos entes capaces de ofrecer ese producto online, un producto sin riesgos, legal, cómodo… Y rápidamente los usuarios se han sumado a la propuesta de sus catálogos audiovisuales por un pago mensual que suele rondar los 10€.

¿Y cómo aciertan con los contenidos? Según explica Kelly Merryman, vicepresidente de la división de adquisición de contenidos de la compañía: «En la compra de series, nos fijamos en lo que va bien en los sitios de piratería». Paradójico y tremendamente efectivo.

No es que nos guste ser ilegales, mucha gente quiere pagar lo que consume, pero somos muy, muy comodones.

Las plataformas de consumo audiovisual mejoran indiscutiblemente la experiencia de usuario. Y eso era lo necesario para que pasemos de nuevo de consumidores a compradores.

Pero la piratería ha vuelto a mover ficha. Ha aparecido una página web: Popcorn Time. Esta plataforma permite a las acceder a grandes cantidades de contenido de vídeo, sin pagar y con una apariencia inmejorable y aparentemente legítima. Es decir, no es un portal de aspecto sospechoso que indique al usuario que está violando ninguna ley. La misma comodidad, pero gratis.

En este punto empieza de nuevo el pulso cultural.

Las campañas contra la piratería no tienen mucho impacto social a pesar de usar cifras llamativas (como «posible destrucción de 22.000 empleos directos y hasta 120.000 indirectos» según CEDRO) y ya no están de moda (entendemos que no está en el orden de las máximas prioridades del país).

La única manera de vencer, con una cultura de consumo a la que le cuesta asumir costes es esta: mantener precios bajos y ofrecer aún más comodidades e inmediatez.