Noche del 17 de enero de 2015. Más de medio millón de personas deciden no salir un sábado por la noche y quedarse en casa viendo un documental en un canal secundario.

Ciutat morta”, el reportaje que explica la historia que hay detrás del suicidio de Patricia Heras, y que Canal 33 emitió este sábado, se ha convertido en un fenómeno social en las redes que ha dado lugar a un terremoto mediático y político en Barcelona.

Quedan lejos los tiempos en que Internet era solamente un sitio donde encontrar información relevante, ahora también es el sitio donde esta información relevante se genera, se propaga y acaba traspasando los límites de su virtualidad para modificar la realidad.

Unos días antes de la emisión de “Ciutat morta”, numerosos tuits y vídeos enviados por Whatsapp recomendaban no perderse el documental. Pero la censura de 5 minutos por parte de un juez, poco antes de su emisión, y masivamente difundida en la red, fue su mejor publicidad: 569.000 espectadores, share de un 20% en vez del 2% habitual, el programa más visto del día.

 

Además, los 5 minutos censurados se colgaron en YouTube y se convirtieron en un fenómeno viral que ha logrado casi 600.000 visitas en tres días. Otra demostración del poder de las redes para hacer de altavoz de lo que se intenta silenciar.

Durante la emisión del documental, los comentarios a través de Twitter con los hashtags #ciutatmorta, #totciutatmorta y #ciutatmorta33 no cesaron hasta convertirse en Trending Topic a nivel nacional y culminar, finalmente, en una manifestación en la plaza Sant Jaume al final de la emisión.

El éxito de “Ciutat morta” nos confirma, más que nunca, que las calles y plazas están hoy en Internet. Es en Internet donde suceden las cosas. Donde nacen las ideas. Donde se contagian. Donde muerden. Donde, a través de las redes, la gente encuentra la colaboración de otra gente. Y donde lo imposible se hace posible, como dar vida a una ciudad muerta.